Apareció también Harold, que últimamente andaba desaparecido, al parecer enamorado hasta los tuétanos. No sé, pero me dio la sensación de verle algo angustiado, aunque tampoco le presté mucha atención ya que el objeto inmediato de mi interés era Mila, envuelta en su elegante abrigo, que de alguna manera recordaba a una confortable bata aristocrática de andar por casa.
Estábamos prácticamente todo el grupo de colegas al completo juergueando en compañía de las amables y algo silenciosas extremeñas, a excepción de Mecky, que el pobre, por la tarde se fue con sus sobrinitos al cine, sin imaginarse ni por asomo lo que iba a acontecerle. En medio de la película empezó a sentirse fatal y su cara se puso primero amarilla y luego morada. Salió corriendo al servicio y con violencia de asno preso del telele, empezó a vomitar sus inmundas entrañas, agarrado a la taza del váter como si fuera un flotador salvavidas, y en ésa postura tan miserable echó hasta el último átomo del fatídico bacalao que le dieron de comer sus tíos. Sólo le quedaron fuerzas para arrastrarse hasta su casa y tenderse, como un trozo de corcho reseco, en la cama hasta el día siguiente.
En cuanto a mí, procuré no beber mucho, ya que la mezcla de ansiolíticos y alcohol es dinamita pura. Con semejante mezcla dentro, hay momentos en que te sientes con más energía que una central nuclear y te da la sensación de estar a punto de explotar igual que esas estrellas novas inmersas en el infinito del cosmos.
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En cuanto a mí, procuré no beber mucho, ya que la mezcla de ansiolíticos y alcohol es dinamita pura. Con semejante mezcla dentro, hay momentos en que te sientes con más energía que una central nuclear y te da la sensación de estar a punto de explotar igual que esas estrellas novas inmersas en el infinito del cosmos.
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